¿Hacia dónde se dirige el mercado de carbono? |
Tamra Gilbertson y Oscar Reyes | Monday, 19 April 2010 | |
Con las negociaciones climáticas de la ONU
en cuestionamiento están surgiendo serias preguntas respecto al futuro
del mercado de carbono, mientras que una mirada más detallada en los
nuevos proyectos y políticas muestra que los mercados de carbono
continúan atravesando su camino destructivo.
Posdata de ‘El Mercado de Carbono: cómo funciona y por qué fracasa’ La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en Copenhague fue presentada como la última oportunidad para salvar el clima, pero ha resultado ser tan pobre en cuanto a resultados como rica en cuanto a las expectativas que estaban depositadas en ella, con un acuerdo final de menos de tres páginas de vagas disertaciones diplomáticas. El mercado de emisiones recibió pocas menciones explícitas en este texto o los titulares que lo rodearon, pero continúa siendo vital para los flujos de dinero y responsabilidades desviadas que hacen las veces de política climática internacional. Si nos olvidamos de Copenhague por un momento, cabe preguntarse ‘¿hacia dónde se dirige el comercio de emisiones?’. Por desgracia la expansión de estos mercados en todo el mundo continúa siguiendo su destructivo camino, exista o no un nuevo tratado climático global. Pero comencemos por las desviaciones más significativas en esta tendencia. Las derechas estadounidense y australiana, que están en contra de legislaciones sobre el clima, están intentando acabar con el comercio de emisiones; en este caso, sin embargo, habría que separar los motivos de las consecuencias. En los Estados Unidos, el compromiso de los demócratas de mantener los mercados de carbono parece conducir a la apertura de una nueva etapa de concesiones a la industria pesada, la energética, las prospecciones petroleras en alta mar y la agricultura industrial. Es decir, la nueva legislación da luz verde al incremento de emisiones, las cuales se compensarán y venderán en el mercado. Aun así, si la ley no se aprueba, habría ‘un cambio en la política medioambiental en Estados Unidos y más allá’, como señala The Economist, ya que esto significaría un estímulo para la oposición de base a los programas de comercio de emisiones, el principal enfoque de las acciones sobre el clima volvería a ser sobre técnicas de ‘comando y control’ y se suprimiría la mayor fuente potencial de demanda de créditos de derechos de emisión.1 En cualquier caso, la UE probablemente seguirá siendo la principal fuente de demanda de compensación de emisiones en la próxima década. Ya existe la legislación que regulará la tercera fase del régimen comunitario de comercio de derechos de emisión de la Unión Europea (RCCDE; EU ETS, por su sigla en inglés), de 2013 a 2020, a pesar de las considerables pruebas de que las fases anteriores no han llevado a una reducción de las emisiones. Debido a la recesión económica y el uso de compensaciones, se podría llegar a un excedente de permisos, de tal manera que la UE podría retrasar reducciones internas en sus emisiones hasta 2020. Mientras, tanto una serie de escándalos han dado pie a nuevas dudas sobre el sistema (como un fraude con el IVA que suponía el 90 por ciento del comercio en algunos países de la UE, y el ‘reciclaje’ de créditos del Mecanismo de Desarrollo Limpio en Hungría, por el que sus ‘reducciones’ se contaban dos veces).2 Otra forma de contar las reducciones dos veces es la política de Nueva Zelanda, donde un nuevo programa de comercio de emisiones permite a las empresas comprar una 1 NZU (Unidad Neozelandesa, equivalente a una tonelada de CO 2) por cada dos toneladas de sus emisiones. También otorga unidades gratis a la industria pesada (como la de fundición de aluminio) y la agricultura, que son dos grandes sectores contaminantes, sin un tope por intensidad. Esto, de hecho, supone un subsidio al aumento de emisiones.3 Con sistemas tan débiles y con tantas fallas, la pregunta sigue siendo: ¿Quién comprará las compensaciones? Los más importantes compradores directos de créditos del Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) pertenecen al sector financiero, con la mayor parte de la demanda en la UE, donde se están planificando una serie de centrales eléctricas alimentadas con carbón.4 Pero las dificultades políticas en Copenhague, Canberra y Washington han sembrado algunas dudas que han llevado a un estancamiento en el desarrollo de proyectos MDL, e incluso han llevado a algunos especuladores financieros a diversificar su estrategia y no depender tanto del potencial desarrollo de los mercados de emisiones.5 A pesar de esto, no se debe subestimar el daño que los proyectos MDL continúan provocando en el mundo real. El 6 de enero de 2010, el MDL de las Naciones Unidas registró su proyecto de compensación de emisiones número 2.000. La mayor parte de muchos de los créditos de 2009 viene de falsas reducciones de uso de gases en la industria (de HFC-23 y N 2O), mientras que cuatro de los cinco proyectos más importantes de 2009 suponen un subsidio a la industria de los combustibles fósiles (carbón y gas natural en China, y quema de gas residual en Nigeria).6 Las represas hidroeléctricas, en su mayoría ya en construcción al margen de la financiación del MDL, siguen siendo una gran fuente de actividad también, ya que buscan financiación adicional en los créditos MDL. Esto es especialmente problemático en América Latina, donde se espera que los créditos relacionados con centrales hidroeléctricas supongan casi un 30 por ciento de los créditos de compensación del MDL emitidos hasta 2012.7 Con numerosas represas planificadas en América Latina, el MDL será el instrumento obvio para que estos controvertidos proyectos consigan financiación adicional. Movimientos sociales como el Movimiento dos Atingidos por Baragens (MAB) en Brasil y pueblos indígenas como los Ngobe en el Darien ya se están resistiendo a los peligrosos procesos de desplazamiento y detención ilegal para el desarrollo de proyectos de represas hidroeléctricas. América Latina se encuentra también en la vanguardia del desarrollo de polémicas tecnologías que beneficiarán al sector de los agronegocios, como la nueva tecnología de generación de biodiesel a partir de soja, relacionada con un proyecto en Uruguay.8 Japón y Corea están en proceso de establecer nuevos mercados de emisiones. En el caso de Corea, Chicago Climate Exchange, donde trabajan muchos de los protagonistas clave del comercio de emisiones internacional, actúa como consejero principal del proceso. Esta institución financiera es también un actor crucial para la creación del nuevo programa de comercio chino, que se considera un prototipo.9 Brasil, mientras tanto, se está planteando la creación de un mercado de emisiones que permita a proyectos forestales ‘compensar’ las emisiones de sus nuevas plataformas petroleras. México tiene un programa de comercio que aún está en fase de debate e incluso el Gobierno de India (que no se plantea asumir objetivos de emisiones) podría todavía ver su nuevo sistema para intercambiar permisos de eficiencia energética (PAT, ‘actuar, lograr y comerciar’, por su sigla en inglés) como un trampolín para participar en el comercio de emisiones. Mientras tanto, la UE –que fue básicamente marginada en las negociaciones de Copenhague– continúa impulsando la creación de nuevos mecanismos de ‘créditos sectoriales’, que extienden la lógica de la compensación a sectores industriales completos (tales como el acero) y la generación de energía en los países incluidos en la lista de ‘grandes países en vías de industrialización’, también conocidos como el grupo BASIC (Brasil, Sudáfrica, India y China, más otros miembros del G20 como México e Indonesia).10 El desarrollo de un marco internacional para la reducción de emisiones por la deforestación y la degradación de los bosques (REDD) apunta también, en última instancia, a la continua búsqueda de nuevas fuentes de compensación. Mientras que la ONU, los burócratas del Banco Mundial y las ONG debaten sobre certificaciones y proyectos REDD para gourmets, hay una creciente oposición en el mundo real contra esta apropiación de tierras, ya que este proceso de privatización amenaza seriamente las vidas y modos de subsistencias de pueblos indígenas, comunidades dependientes de los bosques y las dedicadas al pastoreo sostenible.11 En este sentido, las dinámicas que crea el comercio de emisiones en el mundo real son más complejas de lo que parece en el mundo binario de las negociaciones internacionales sobre el clima, cuyo fracaso se debe, a fin de cuentas, a la negativa de los países industrializados (del Anexo 1) a asumir su responsabilidad por contribuir desproporcionadamente, tanto histórica como actualmente, a la aceleración del proceso del cambio climático. Con este telón de fondo, la resistencia a los mercados de emisiones, incluidas las iniciativas REDD, sigue siendo un elemento crucial en la lucha por la justicia climática. Los mercados de emisiones ofrecen una ‘cortina verde’ tras la que se pueden esconder las grandes empresas de energía, industrias contaminadoras y los agronegocios, mientras justifican sus actividades con discursos de derecho al ‘desarrollo’ y aparentan estar haciendo algo para enfrentar la crisis climática. Para continuar construyendo la resistencia a esta pantalla de humo se requiere un enfoque más amplio que llevar a cabo protestas en las cumbres sobre el clima. La protesta supone sólo una pequeña pieza en el gran rompecabezas de las luchas globales, para asegurar una producción de energía y una actividad industrial y agrícola de manera que promocionen y redescubran los conocimientos adaptados a las realidades locales. Para llegar realmente a este objetivo, no se puede soslayar la necesidad de organización política, ya que la lucha contra el cambio climático es parte de una lucha más amplia por un mundo más justo, democrático e igualitario. ‘El Mercado de Carbono: cómo funciona y por qué fracasa’ se puede descargar gratis en: http://www.carbontradewatch.org/downloads/ publications/mercado_de_emisiones.pdf
1 Cap and trade’s last hurrah’, The Economist, 18 de marzo de 2010; http://www.economist.com/world/united-states/displaystory.cfm?story_id=15721597
2 Marton Kruppa y Ben Garside, ‘Hungary sells “recycled” CERs’, Point Carbon, 11 de marzo de 2010; Leigh Phillips, ‘EU emissions trading an “open door” for crime, Europol says’, EU Observer, 10 de diciembre de 2009; http://euobserver.com/885/29132 3 Adrian Bathgate y David Fogarty, ‘Expanded New Zealand carbon scheme faces lean trading’, Reuters, 25 de marzo de 2010; véase también Christina Hood, ‘Submission to the Finance and Expenditure Select Committee on the Climate Change Response (Moderated Emissions Trading) Amendment Bill’, octubre 2009; http://www.parliament.nz/NR/rdonlyres/6C882B6B-0972-4EFF-A0F6-EB5D5789FB19/115616/49SCFE_ EVI_00DBHOH_BILL9597_1_A14707_DrChristinaHo.pdf 4 UNEP Risoe CDM/JI Pipeline Analysis and Database, 1 de marzo de 2010; http://cdm-pipeline.org/ 5 Stian Reklev, ‘CDM withering on the vine’, Point Carbon, 19 de febrero de 2010 6 Point Carbon, Projects Survey, febrero de 2010, p.22 7 Basado en datos de la base de datos de UNEP, Risoe 2009. www.cdm-pipeline.org 8 SSC-NM051 ‘Production of biodiesel and/or plant oil without changes in land use’, https://cdm.unfccc.int/methodologies/SSCmethodologies/publicview.html, consultado el 18 de marzo de 2010 9 Kate McKenzie, ‘Will Chinese emissions trading schemes gather momentum?’ FT.com, 11 de febrero de 2010; http://blogs.ft.com/energy-source/2010/02/11/will-chinese-emissions-trading-schemes-gather-momentum/ 10 European Commission, ‘Communication on international climate policy post-Copenha-gen: Acting now to reinvigorate global action on climate change’, 9 de marzo de 2010; http://ec.europa.eu/environment/climat/pdf/com_2010_86.pdf 11 Daniel Zueras, ‘Native Peoples Reject Market Mechanisms’, Inter Press Service, 1 de abril de 2010; http://www.ipsnews.net/news.asp?idnews=50886 |